Cuando l@s niñ@s quieren hacer algo y los padres se lo impiden, cuando compiten con otr@s niñ@s por el mismo juguete, cuando no consiguen algo que quieren o cuando comprueban que no pueden hacer por sí mism@s alguna cosa, entonces nuestr@s hij@s se enfadan, gritan, patalean se irritan y se sienten frustrad@s.

La frustración es un sentimiento que engloba sensaciones de desilusión, tristeza, decepción, desesperación, enfado y rabia y aparece ante la imposibilidad de lograr un deseo o necesidad. Es un tipo de respuesta emocional que surge como resultado de una decepción que no se ha gestionado bien. Va asociado a cierta tensión interna, ansiedad e inquietud, porque se alimenta de la falta, de algo que no tenemos en ese momento.

Nuestro papel como padres debe ser el del acompañamiento emocional en momentos donde la frustración aparece y duele, reconociendo y validando la emoción primero y ayudando a generar soluciones alternativas después.

Nuestr@s hij@s sintiéndose comprendid@s y contenid@s, sera capaz de generar una solución alternativa. No es una buena idea compensarles nosotros, ofrecerles rápidamente lo que quieren o minimizar sus emociones sino acompañar para  trabajar aptitudes esenciales como la paciencia y la aceptación.

Aprender a tolerar la frustración desde pequeños permite que l@s niñ@s puedan enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones que se les presentarán en la vida.

No podemos evitarles las situaciones que generan frustración, las decepciones, el no lograr el éxito en el momento deseado forman parte de la vida. Pero lo que si podemos hacer es prepararles para no dejarse vencer por la frustración, para que sigan intentándolo y aprendan de sus errores, para que, a pesar de las desilusiones sean capaces de levantarse y avanzar. En definitiva podemos, y debemos educarles para tolerar la frustración.

Entrena su capacidad para tolerar la frustración, aquí van  ideas que te pueden ayudar:

 

  • Deja que haga aquello que puede hacer, aunque lo haga despacio y mal. Aunque se equivoque o no lo haga de la forma en que tú lo harías. Con ello estás capacitándole para vivir el error como algo positivo.
  • No compenses el error haciéndolo tú. Deja que lo vuelva a intentar e invítale a encontrar por sí mismo nuevas rutas para resolverlo. Permanece a su lado, tu papel es ofrecer contención y seguridad para que encuentre su forma de hacer las cosas.
  • Dale la ayuda justa y cuando la pida. Es importante que aprendan también a pedir ayuda cuando sientan que la necesitan, pero no des más de lo que es necesario, dale solo aquello que le permita seguir por sí mismo.

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