CALMA, una forma de afrontar la vida que hay que construir, que hay que aprender.

En nuestra cultura occidental vivimos a velocidad de vértigo. Las cosas son para “ya”,  la comida es instantánea, hacemos zapping si algo no nos gusta en televisión, esperamos la respuesta inmediata a nuestros  whatsapp, todo se acelera y es rápido.

Frente a la velocidad encontramos la actitud de la calma. Tomarnos nuestro tiempo, saber parar.

Desde la calma pensamos antes de decidir, actuamos desde dentro hacia afuera, desde la reflexión, desde ese espacio amplio del aquí y ahora.

 

Dentro de ti hay un santuario

al cual puedes retirarte cuando quieras y ser tu mismo.

 

En momentos difíciles quienes son más serenos pueden disfrutar de la vida y pensar que podrán, en algún momento, superar los problemas. Desde la calma pueden aceptar que no son perfectos, afrontando la incertidumbre y los conflictos  como parte de la vida.

Los instantes de serenidad dan sentido y profundidad a nuestra vida.

Nos ofrecen fuerza para afrontar el futuro porque nos ayudan a pacificarnos, a relativizar, a esperar.

Tener serenidad es un trabajo personal. Algunas estrategias que nos pueden ayudar para aprender a vivir con calma.

Procura tener tiempo cada día para encontrar un espacio dentro de ti para fluir y calmarte, para detenerte unos momentos y crear un santuario dentro de ti donde todo está bien, no importa lo que pase, un espacio que te ayude a confía en ti, y dar la importancia justa y necesaria a todo, sentirás que te liberas de tensiones y sufrimiento innecesario.

Encuentra tu propio espacio,  puedes escuchar música, salir a pasear o  correr, colorear, practicar  respiraciones profunda y relajadas, meditar.

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