¿Igual que nuestros padres?
“Cuando venga tu padre, se lo digo.” “Estoy harta. Me desesperas.” Y de pronto te das cuenta que estás diciendo las mismas palabras que tu madre te repetía una y otra vez y que tu juraste no decir nunca.
Para hacerlo mejor terminamos por juzgarnos como mal@s madres/padres e ineficaces en la educación de nuestros hijos. No te juzgues duramente.
Cuando vamos ejerciendo el rol de padres, se manifiestan con fuerza rasgos, conductas y actitudes de nuestros propios padres. En algunos casos llegamos incluso a comportarnos del mismo modo que solíamos criticar en nuestros padres.
La herencia emocional entra en juego. Juzgarse no ayuda, ser comprensiv@s con nosotr@s mism@s es un primer paso.
Como padres, el mejor regalo que le podemos ofrecer a nuestro hijo es compartir con él nuestro bienestar emocional. Sentirnos bien en nuestro papel. Antes de empezar a ocuparnos de él, hemos tenido que ocuparnos de nosotros mismos. Formamos parte de un sistema, la familia, y debemos tener en cuenta que los elementos de éste se interrelacionan y se condicionan entre sí.
Cultivar una buena autoestima como padres o madres, nos va a permitir asumir retos y tomar las decisiones necesarias para tener una vida familiar más sana y equilibrada. Confiar más en nuestras capacidades y revisar que elementos podemos mejorar sin caer en los juicios ni en las autocríticas es un buen comienzo.
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