Vivir en el pasado o en el futuro no sólo nos priva de disfrutar el hoy, nos priva de “vivir” realmente. VIVIR EL PRESENTE es reconocer la singularidad de cada momento que vivimos, la riqueza única de cada instante.
Busquemos una y otra vez vivir el presente lo mejor posible. Para ello es bueno detenernos unos instantes cada día. CALMAR nuestra mente. Conectar con lo que percibimos, dentro y fuera, los sonidos, los olores, el tacto.
¿Preocuparnos? Realmente nos sirve para algo? Cuando nos demos cuenta de que estamos demasiado preocupados orientemos nuestra energía mental hacia la ACCIÓN.
Insatisfacción. Nuestra sociedad de consumo nos lleva a tener más y conseguir más. Es como si nunca tuviéramos suficiente. La insatisfacción permanente nos impide vivir en el presente. AGRADECER. Agradecer lo que tenemos para poder vivir mejor el presente.
En uno de sus poemas R.W.Emerson nos recuerda que “nos preparamos para vivir pero nunca vivimos”
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