Cambiar

Como sociedad hemos vivido una parada sin precedentes, invitados a ir hacia dentro las ciudades quedaron vacías, las calles en silencio, los colegios, las tiendas, las cafeterías cerradas. Como personas hemos vivido esa parada y nos hemos visto en la necesidad de generar cambios en nuestra vida.

¿pero qué significa cambiar?

Cuando hablamos de cambios normalmente hablamos de adaptaciones que hacemos ante cosas que nos suceden. El cambio aparece ante una situación externa que te pone en alerta y ante la que tienes que adaptar. Algo de fuera se presenta en tu vida y necesitas hacer cambios. Problemas de salud y cambios de hábitos, ganar peso y necesidad de bajar kilos, parón social y necesidad de adaptarte.

Adaptación.

El camino del cambio es totalmente incierto; y por eso genera miedo, por la incertidumbre acerca del resultado final. Nada garantiza lo que pueda suceder.

La incertidumbre y el miedo

Hablar de cambio es quizás hablar de una de las cosas más difíciles para el ser humano, la razón de esto es que nos acostumbramos a nuestra forma de ser, de actuar, de vivir la vida y cuando tenemos que hacer un cambio en alguno de estos aspectos realmente cuesta mucho trabajo.

Los cambios repentinos te sacan de la zona de confort, te llevan a un nuevo límite que superar y generan incertidumbre. A veces ante los cambios podemos reaccionar desde el miedo, la rabia, la evasión y también ir hacia adelante, cambiar, adaptarse.

Salir de la zona de confort.

Los procesos de cambio marcan la vida; nuestro cuerpo cambia, nuestros trabajos, nuestra familia, nuestras relaciones, la sociedad, todo es cambio.

El cambio implica “el esfuerzo” de colocarse en una nueva posición ante la vida. Es el esfuerzo y sobre todo nuestra actitud la que marcará una diferencia ante las situaciones que se nos presenten. Podremos aprovechar las situaciones más complicadas si nuestra actitud es la del aprendiz dispuesto a dar un paso más en su proceso de aprendizaje.

Esfuerzo y actitud.

Un estudiante  estaba en el laboratorio con su profesor. Analizaban la forma en que los gusanos se transforman en mariposas.

El alumno se quedó solo en el laboratorio  y en ese momento vio como un capullo empezó a abrirse, poco a poco una pequeña mariposa se asomaba desde dentro de su capullo.

Dándose cuenta del gran esfuerzo que hacía la mariposa decidió ayudarla a salir.  Abrió una pequeña apertura en el capullo. Sin embargo, la mariposa se quedó muy quieta y no volaba. El alumno no podía entenderlo, ¿qué había pasado? ¿por qué no vuela?, pensó.  

Al poco llega el profesor y le pregunta:

– ¿Ha ido todo bien? – pregunta el profesor.

– Bueno, he  visto que  tardaba un poco en abrirse y pensé que podría ayudarla en sus esfuerzos para salir.

– Sin darte cuenta no le has permitido preparar sus alas – le dijo  el profesor – porque gracias al esfuerzo que la mariposa hace para romper el capullo, consigue que la sangre irrigue las alas y eso le permite volar. Ahora sus alas son tan débiles que no puede volar.

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